Demna en Gucci: un experimento de choque cultural en la moda de lujo
- Micaela Torres

- 24 sept.
- 3 Min. de lectura
El nuevo Gucci de Demna ya está aquí.

La noticia de que Demna Gvasalia llevaría su estética irreverente a Gucci fue recibida como una provocación en el universo de la moda. Conocido por transformar Balenciaga en sinónimo de exageración, ironía y comentario social, el diseñador georgiano encontró en Gucci un nuevo terreno donde poner a prueba su capacidad de reinvención. Y lo que presentó no fue simplemente una colección, sino un choque cultural entre dos visiones del lujo: el barroquismo romántico que caracterizó a la casa en los últimos años y el minimalismo brutalista, deconstruido y streetwear de Demna.
A través de un lenguaje que combina la moda y el arte, Demna nos presenta un Gucci enmarcado: las fotografías oficiales de los looks están detalladas con un marco y una placa que los bautiza. Capturada por la fotógrafa de bellas artes Catherine Opie, residente en Los Ángeles, se trata de una serie de 37 retratos de personajes que personifican la esencia de Gucci, tal como la ve su nueva directora artística
Estética y discurso
Más allá de la ropa, el desfile se construyó como un statement sobre la identidad de las casas de moda en la era de la colaboración. Gucci, marca con más de un siglo de historia, se dejó contaminar por una estética outsider que suele burlarse del mismo sistema que la sostiene. Demna no buscó suavizar su mirada: las proporciones exageradas, el layering extremo y el uso de materiales técnicos contrastaron con los detalles artesanales de la casa italiana.
El resultado fue un discurso ambiguo: ¿era un homenaje a la capacidad camaleónica de Gucci o una crítica a la obsesión de la moda contemporánea por fusionar y reciclar identidades?
Recepción y controversia
La crítica especializada se dividió, como suele ocurrir con Demna. Para algunos, se trató de un soplo de aire fresco en una marca que corría el riesgo de repetirse tras el largo mandato de Michele. Para otros, fue un ejercicio de autoparodia: Gucci cediendo su herencia a los caprichos de un diseñador que prioriza la ironía sobre la elegancia.
Lo cierto es que la colección se volvió viral en redes sociales, tanto por los looks excéntricos como por la magnitud del gesto. Modelos con gafas futuristas y trajes ecuestres deformados se convirtieron en memes y, al mismo tiempo, en objetos de deseo.
Un nuevo capítulo en el lujo
Más allá de la polémica, la colaboración entre Demna y Gucci marca un punto de inflexión en la industria: ya no existen fronteras claras entre la identidad de una maison y la firma personal de un diseñador. La estética de Demna es tan poderosa que, al insertarse en Gucci, no solo la reinterpreta, sino que la tensiona y obliga a replantear qué significa hoy ser una marca de lujo.
Según la nota de prensa de Gucci de hoy, esta colección (y presumiblemente la película que la mostrará en la presentación de mañana) ha sido concebida para actuar como: "la base estética sobre la que se construirá la visión de Gucci de Demna de cara a su primer desfile en febrero".
En definitiva, la colección no fue un simple desfile: fue un laboratorio cultural donde dos universos opuestos chocaron y, en ese choque, revelaron tanto las posibilidades como las contradicciones del lujo en el siglo XXI.

































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