Un acercamiento personal a las joyas robadas del LOUVRE
- Micaela Torres

- 23 oct
- 4 Min. de lectura

Poco se habla del sentimiento identitario que nos transmite la experiencia inmersiva de un museo. De más chicos, los dibujitos que veíamos, en una forma de hacernos sentir entendidos, nos terminaban por traducir un concepto de los museos como un espacio aburrido, silencioso y lleno de cosas que no nos interesan, y yo misma, al crecer en una ciudad donde el único museo cercano era el Museo del Chocolate, crecí con esta idea de que aquellos espacios destinados a la conservación y presentación de objetos históricos no serían para mí. Pero que errada que estaba, siendo hoy estudiante de Licenciatura en Historia, dedicándome a la crítica, con una extensa colección de libros de historia general, historia del arte y, por supuesto, historia de la moda. Los museo se convirtieron en una parada obligatoria en cada ciudad que pise, no solo por esta energía de empuje que tenemos todos los turistas de buscar conocer todos los espacios populares, sino también por un sentimiento muy personal de darle una imagen directa y humana a todo aquello que imaginé tanto en mis lecturas, dándome una cálida sensación de pertenencia con aquellas figuras del pasado (famosas o no), entendiendo nuestra unión como humanidad.
Es así, que en mi llegada a París, una de las primeras reservaciones que hice fue tanto al Palacio de Versailles como al Museo del Louvre.
Diez días exactos antes, el museo abrió sus puertas con normalidad para nosotros. Cientos de espectadores entramos por la famosa puerta Carrousel, nos perdimos entre las escaleras mecánicas y los carteles claramente señalizados, vimos la luz del mediodía entrar por la pirámide de cristal sobre nuestras cabezas y nos dirigimos a las cintas de seguridad con nuestro ticket en mano. Vaciando mis bolsillos, pose sobre la cinta del escáner un mini bolso rosado estilo satchel de tamaño bolsillo donde guardo siempre mi micrófono, a lo que el guardia rio al preguntarme de que se trataba, y yo respondí muy confiada "a mini purse" (un bolsito). Esta ínfima escena me hizo pensar en ¿Cómo pudieron las joyas salir del del museo más importante del mundo sin ser vistos, solo diez días después?
fotos by Mickys Fashion News
Pero como si de una comedia mala de televisión se tratara, nuestros presuntos delincuentes parecen haber entrado con una escalera por una ventana, a plena luz de la mañana. Si las series de atracos nos habían construido la idea de que para realizar un acto delictivo de estos niveles eran necesarias extensas planeaciones, trajes de invisibilidad, máscaras falsas, entradas secretas, distracciones, cómplices internos y explosiones, este parece haber caído en un acto de lo más básico: camuflarse en plena luz del día.
fotos by Mickys Fashion News
La joyas se hallaban en una de las salas más impresionantes que vi en mi vida. La cantidad de decoración y arte que hay tanto en vitrinas como en las paredes y techo es tan abrumadora que fue la única sala que no supe por donde empezar a fotografiar; cuadros inmensos de retratos a grandes figuras envolvían el largo salón de la Galerie d´Apollon. En el centro, posaban las joyas más impresionantes. Una parte de mi incluso se cuestionó de su veracidad, al sentirse tan accesible, tan cercano. Collares, pendientes, broches, diademas, todas adornadas hasta el último rincón en joyas esmeraldas y zafiros.
Ahora, la Galerie d'Apollon yace en silencio, vaciada, transgredida y vulnerable. La única pieza rescatada del atraco fue la corona de la emperatriz Eugénie, la cual cayó de las manos de los ladrones en su huida, provocándole una rotura. Como apasionada de la historia, me produce una tristeza inmensa saber el daño producido a piezas irremplazables, porque estas joyas no son "adornos caros", son archivos materiales de la historia. Es por esto que en esta critica no menciono la cifra de su valor monetario, porque a mi entender estas piezas tienen el valor incalculable de la misma historicidad que las acompaña.
El pensamiento trágico se apodera de mi al pensar que estas reliquias posiblemente ya no existan; hay una gran posibilidad de que se hayan roto y vendido sus partes y que quizas no sabremos más de su paradero. Una parte de mí desea que estén negociando un rescate y que volvamos a encontrarlas en donde pertenecen. No sabemos quienes fueron, cómo fue con precisión, lo único importante es que en sus manos están piezas históricas irremplazables, cuyo valor erradica en mucho más que las piezas que la conforman: son parte de la historia de la humanidad.
Listado de joyas robadas en la Galerie d’Apollon del Museo del Louvre este 19 de octubre de 2025:
Diadema del conjunto (parure) de zafiros de las reinas Marie-Amélie y Hortense.
Collar de zafiros del mismo conjunto de Marie-Amélie y Hortense.
Un pendiente (pieza suelta) del conjunto de zafiros de Marie-Amélie y Hortense.
Collar de esmeraldas del conjunto de Marie-Louise.
Par de pendientes de esmeraldas del conjunto de Marie-Louise.
Broche conocido como “broche relicario”.
Diadema de la emperatriz Eugénie.
Gran lazo de corsage (broche) de la emperatriz Eugénie.





















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